Reflexiones sobre las sesiones de Psicoterapia y Construcción Social (Continuación)
Cada cabeza es un mundo. Nunca había pensado en el verdadero significado de esta frase hasta ahora. Cada quien construye su realidad, su propio mundo, su universo particular. Por lo tanto los significados que le damos a determinada cosa o evento puede ser muy diferente para cada persona. ¿Cómo entendernos entonces? A través del lenguaje. Es a través del lenguaje que creamos significados, es en el lenguaje en donde creamos nuestra realidades y así mismo es a través del lenguaje que podemos aproximarnos a significados ajenos. Y digo aproximarnos porque pienso que nunca podemos entender del todo las realidades de los demás, es imposible ponerse en el lugar de la otra persona. Sin embargo se puede crear un espacio donde se construya un lenguaje local que permita entendernos mejor. Este espacio , que no es un lugar físico, se crea a través de las conversaciones. Es por medio de las conversaciones que se puede llegar a construir este lenguaje común que a su vez posibilita el acercamiento a los significados de las otras personas. Es a través de las conversaciones donde el terapeuta puede acompañar al cliente a explorar nuevos territorios, a moverse a otros lugares y entre los dos crear nuevos significados que hagan la vida más llevadera.
Tuve la oportunidad de apreciar esto en el ejercicio de terapia realizado por Rocio con la participación de Sylvia. Una maravillosa oportunidad de presenciar cómo a través del lenguaje, de la conversación, el terapeuta se aproxima a los significados del cliente permitiendo crear finalmente un lenguaje común entre los dos. .
En cuanto a la conversacion misma que se estableció entre Rocío y Silvia lo que más me llamó la atención fuee el tipo de preguntas: qué, cómo, cuándo. Ningún porqué y ninguna pregunta cerrada. Porqué, me preguntaba a mi mismo. La respuesta vino después: las preguntas que hace el terapeuta deben abrir conversaciones, no cerrarlas y esto último es lo que sucedería si se hicieran preguntas cerrradas, y el porqué implicaría que existe una causa y un efecto. Las preguntas deben tener el afán de abrir posibilidades, no cerrarlas.
Ya para terminar me gustaría comentar sobre un elemento muy importante en la terapia: la curiosidad del terpeuta. La curiosidad genuina que debe sentir el terapeuta para saber más del paciente, la curiosidad que es el sostén de las preguntas que se realizan e impulsa la conversación. Cuando la curiosidad se acaba ya no hay nada que hacer. Nada de que conversar.
Tuve la oportunidad de apreciar esto en el ejercicio de terapia realizado por Rocio con la participación de Sylvia. Una maravillosa oportunidad de presenciar cómo a través del lenguaje, de la conversación, el terapeuta se aproxima a los significados del cliente permitiendo crear finalmente un lenguaje común entre los dos. .
En cuanto a la conversacion misma que se estableció entre Rocío y Silvia lo que más me llamó la atención fuee el tipo de preguntas: qué, cómo, cuándo. Ningún porqué y ninguna pregunta cerrada. Porqué, me preguntaba a mi mismo. La respuesta vino después: las preguntas que hace el terapeuta deben abrir conversaciones, no cerrarlas y esto último es lo que sucedería si se hicieran preguntas cerrradas, y el porqué implicaría que existe una causa y un efecto. Las preguntas deben tener el afán de abrir posibilidades, no cerrarlas.
Ya para terminar me gustaría comentar sobre un elemento muy importante en la terapia: la curiosidad del terpeuta. La curiosidad genuina que debe sentir el terapeuta para saber más del paciente, la curiosidad que es el sostén de las preguntas que se realizan e impulsa la conversación. Cuando la curiosidad se acaba ya no hay nada que hacer. Nada de que conversar.